2008年9月6日土曜日

Hace 10 añós... Fallece el famoso director de cine japonés Akira Kurosawa



El director japonés más conocido murió hace una década. Nacido en 1910, su vida fue larga (ya empieza a parecer normal) y productiva (eso ya no es tan frecuente). Dirigió 30 películas y en 1990 recibió el Oscar honorífico al conjunto de su carrera.

Su vida de relación con el cine recorre casi la historia de éste en Japón hasta su muerte. Se aficionó de la mano de su hermano Heigo, que era narrador de películas mudas. En Japón era tan importante esta actividad, que las películas se anunciaban por quienes las contaban y no por el título.

Sus aportaciones fundamentales a la educación cinematográfica de Akira fueron dos. La primera, enseñarle a mirar de cara y de frente: ocurrió tras el terremoto de Tokio. Murieron más de 100.000 personas. Los cadáveres lo llenaban todo. Cuando apartaba la mirada con repugnancia y miedo, su hermano le forzó a mirar. La segunda fue más agradable: gracias al trabajo de su hermano pudo ver abundante cine occidental. Desde luego, no pensaba en hacer cine, sólo en disfrutarlo.

Con 26 años se presentó a una convocatoria de ayudantes de dirección. Y empezó. Eran tiempos para la propaganda cinematográfica en los países totalitarios, y Japón lo era. Al acabar la guerra interesaba reorientarla: eran otros modos, pero era propaganda también. Y Kurosawa siguió trabajando en lo que sabía.

Rashomon (1951) le hizo famoso en Occidente (y en su país también). Pocas veces se ha presentado ese distinto mirar de personas diversas a las mismas cosas; pocas veces se ha sabido transmitir tanta fuerza a cuatro narraciones distintas del mismo acontecimiento. Un excelente tratado práctico sobre la relación entre realidad y narración y entre éstas y el cine.

Era exigente en todo lo que se refería a sus películas, desde el vestuario a la puesta en escena; aunque a veces lo que mandaban eran las circunstancias.

Genial e incomprendido

Cuando Lumet le preguntó por un encuadre, le respondió que era el único posible para una película de época: a un lado tenía una estación eléctrica y al otro, una fábrica. Ninguna de las dos debía entrar en el cuadro.

Como a todos los que traspasan fronteras culturales nunca fue comprendido del todo. Sus paisanos le consideraban demasiado occidental.

Los del otro lado pensaban que pasaba mucho en él su cultura tradicional japonesa. Los dos tenían razón y no la tenían, pero se olvidan de lo fundamental: constituían el modo de ser de Kurosawa, que más allá de ser más o menos occidental u oriental, era, antes que todo, Kurosawa.

fuente; gaceta

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